Desde que la tecnología
empezó a copar nuestro día a día, a todos nos encanta imaginar los escenarios
que nos podría deparar más pronto que tarde.
Y el catálogo puede ser
todo lo amplio que queramos: hologramas, inteligencia artificial, tecnología
directamente implantada en nuestro cerebro... Una especie de galería futurista
que provoca tanto el miedo de los escépticos como el entusiasmo de los
tecnófilos convencidos.
Sin embargo, no todas
las tecnologías acaban triunfando, por muy innovadoras que realmente sean. Y es
que para copar el mercado no solo tienes que contar con un desarrollo avanzado,
sino también demostrar cierta utilidad, adaptarte a los usuarios, tener un
precio competitivo... una serie de condicionantes que no siempre se cumplen y
que, por tanto, acaban enterrando múltiples desarrollos tecnológicos.
¿Revolución... o puro
humo?
De hecho, en estos años
estamos viendo algunas de estas tecnologías que, dependiendo de las
circunstancias, podrán copar el día a día de cualquier persona... o resultarles
totalmente insignificantes y acabar en el más cruel de los olvidos.
Y será en los próximos
años cuando descubramos si gran parte de las tecnologías innovadoras que nos
vuelven locos a día de hoy pasarán a formar parte (o no) de nuestro día a día.
1.- Internet de las
cosas
Es una de las
tecnologías más revolucionarias y, seguramente, más apasionantes. Sin embargo,
también genera muchas dudas acerca de si será aceptada por los usuarios y triunfará
realmente en el mercado.
Uno de los casos más
claros es el de Google Glass: una auténtica revolución... ¿o una absoluta
excentricidad? Y es que las famosas gafas de Google no solo son caras, sino que
no parecen haber conquistado al usuario medio, que, más allá de la fascinación
tecnológica, no demuestra demasiado interés.
De hecho, parece
evidente que las gafas han muerto casi antes de nacer: ya no creen en ellas ni
los desarrolladores ni el propio Google.
Tecnología tan
fascinante... como inútil
Pero no son el único
ejemplo. Google Glass constituye el mejor exponente de los 'wearables', una
tecnología que, aunque fascina a todo el mundo, apenas parece tener demasiado
valor añadido y suele acabar criando polvo... En resumen, que su utilidad real
parece más que cuestionable.
¿Y qué pasa con las
casas conectadas? Sí, a todos nos parece tremendamente fascinante que nuestro
horno tenga wifi, que la alarma de casa esté conectada al resto de dispositivos
y que nuestra nevera detecte qué alimentos nos faltan y los pida directamente
al supermercado. Pero ¿de verdad podría triunfar eso?
Por el momento, el freno
más evidente para todo esto es el precio, ya que contar con una casa
inteligente nos costaría bastante más dinero del que seguramente estemos dispuestos
a gastar.
Pero, incluso en el caso
de tecnologías más económicas, como el Amazon Dash Button, la utilidad vuelve a
ser puesta en tela de juicio. Seguramente convenza a los tecnófilos, pero... ¿y
al resto del mundo?
2.- Robots: más pánico
que amor
Otra de las revoluciones
más inminentes pasa por la popularización de los robots, una especie de seres
cibernéticos realmente revolucionarios pero que, quizá por su mitología
cinéfila, generan tanta pasión como incertidumbres.
Porque a todos nos
parecería genial tener robots que conduzcan por nosotros o que hagan tareas que
no nos apetece hacer, pero vayamos al grano: ¿podremos permitirnos pagar lo que
valgan? Y en caso de que sí, ¿nos perderemos en un debate (quizás absurdo)
sobre alguna de las posibles implicaciones éticas de contar con un robot
humanoide?
¿Nos quitarán el empleo?
Pero vayamos más allá:
¿y nuestro trabajo? ¿Estará en peligro por culpa de los robots? Y es que
llevamos años empezando a abrir el debate sobre los (posibles) peligros de la
automatización del empleo, pero parece que nadie se pone de acuerdo.
¿Perderemos gran parte
de los empleos no cualificados? ¿O al final sustituiremos esos por otros
nuevos? Y en caso de que los sustituyamos, ¿serán suficientes? ¿Y para quiénes
serán esos nuevos empleos? ¿Para las personas menos cualificadas? No lo parece.
¿No acabaremos dividiendo a la sociedad entre los trabajadores no cualificados
que irán al paro y los (pocos) cualificados que se ocuparán de los robots?
3.- Coche autónomo: ¿de
verdad es posible?
Este es el último 'hit'
de la industria tecnológica. El coche autónomo de Google ha hecho que todos nos
sumerjamos en una especie de maravilloso escenario futurista que nos sitúa ante
el futuro de la conducción y de la seguridad automovilística.
Pero ¿está todo tan
claro? En realidad no, y no solo por el precio. Porque es evidente que una
conducción automatizada parece la mejor opción ante los predecibles fallos
humanos, pero ¿qué pasará cuando un coche de conducción autónoma interactúe con
conductores reales? ¿Y si se produce un accidente?
¿Y si el coche decide
matarte?
Pero no acaba ahí el
debate. Porque, ¿qué pasa si el coche autónomo detecta que estás en peligro y
decide que, si mueres tú, se salvarían muchas más personas? ¿Debería matarte tu
propio coche?
En cualquier caso,
parece que en el aparente futuro del coche autónomo aún hay demasiadas
preguntas que hacerse. También lo hacen dentro del propio Google, donde han
presentado una serie de patentes en las que dejan claro que el coche autónomo
no siempre podrá tomar el control e incluso aclaran hasta siete situaciones en
las que dicho automóvil no piensa arriesgarse por ti.
Al final, nos
encontramos ante un escenario dicotómico: por un lado, mostrándonos alucinados
ante la indiscutible revolución tecnológica que suponen muchos de estos
desarrollos; por otro, sin embargo, debatiendo si dichos desarrollos serán
compatibles con nuestros modelos sociales, con nuestras tendencias y, también,
con nuestro bolsillo.
Fuente: elconfidencial.com
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