A todos nos gusta
estrenar cosas nuevas. En informática ocurre igual, como por ejemplo tener la
versión de Windows más actual, Windows 10. Pero no funciona igual de bien en
todos los PC. Veamos cómo solucionar este problema.
Si te acabas de
comprar un PC, notarás Windows 10 más rápido que versiones anteriores en tu
ordenador de antes. Es normal. Pero tal vez no ocurra lo mismo si instalas la
última versión de Windows en tu viejo PC a no ser que realices ciertos ajustes.
Este artículo no
trata de alquimia ni de magia. Pero tocando ciertas opciones de Windows
10
mejorarás su rendimiento en un equipo modesto. Lo primero es tener en cuenta
que los requisitos mínimos de Windows 10 son: procesador de 1 GHz, 1 GB de
memoria RAM, una tarjeta gráfica compatible con DirectX 9 y una pantalla de 800
x 600. A partir de aquí, veamos qué podemos hacer.
1. Deshabilita
programas que se ejecutan al inicio
Es la opción más
obvia y que venimos aplicando los usuarios de Windows desde tiempos
inmemoriales. Si Windows arranca lento es posible que sea porque se inician
demasiados programas al inicio.
Abre el Administrador
de tareas presionando a la vez CTRL+Mayúsculas+ESC. En la pestaña Inicio verás
esos programas y servicios que ralentizan el arranque. Desde el menú contextual
(botón derecho) deshabilita los que no sean imprescindibles.
2. Acude al Modo de
Arranque Rápido oculto
Es posible que tengas
esta opción desactivada en Windows 10. Ten en cuenta que no en todos los
equipos está disponible. En cualquier caso, no está de más activarlo. Para ello
ve a Opciones de energía (la manera más rápida es con el buscador). Haz clic en
Elegir el comportamiento de los botones de inicio/apagado y luego en Cambiar la
confguración actualmente no disponible. Más abajo, en Configuración de apagado,
verás opciones como Activar el Arranque rápido. Actívalo y, tras reiniciar,
verás los resultados.
3. Desactiva los
efectos visuales
Windows 10 es muy
vistoso y llama la atención por cómo se comportan las ventanas y los menús
cuando los abrimos y navegamos por ellos, pero si la tarjeta gráfica de tu PC
es limitada y tienes poca memoria RAM, será mejor decirle adiós a esos
ornamentos.
Desde el cuadro de
búsqueda de Windows 10 busca sysdm.cpl. Ve a Propiedades del sistema, Opciones
avanzadas, Rendimiento, Opciones de rendimiento, Configuración. Ahí podrás
desactivar las opciones visuales una a una o de golpe con la opción Ajustar
para un mejor rendimiento.
4. Desactiva Cortana
El asistente por voz
de Windows 10 es muy útil pero también necesita su parte de recursos para
funcionar. Así que si no lo utilizas demasiado, podrás vivir sin Cortana y
limitarte al cuadro de búsqueda de Windows por texto. Desde el menú de Windows
de la esquina inferior izquierda, haz clic en el icono en forma de engranaje y
desactiva Cortana.
5. Elimina archivos
temporales e innecesarios
Tras usar Windows
durante un tiempo, es inevitable que se acumulen archivos de instalaciones
anteriores, programas mal desinstalados o que dejan carpetas y archivos aunque
los desinstales y un largo etcétera. Aunque son inofensivos, es posible que
afecten al rendimiento de Windows en determinadas tareas.
Por suerte, Windows
10 cuenta con un Solucionador de problemas. Lo encontrarás en el Panel de
control o con el cuadro de búsqueda y básicamente realiza tareas de
mantenimiento como las que hacía en Windows anteriores el Liberador de espacio
en disco.
6. Pregúntale al
Monitor de rendimiento
Otra herramienta de
Windows 10, disponible desde la versión 7, es el Monitor de rendimiento. Tras un
breve análisis te dará un informe de tu software y hardware y te indicará qué
aspectos deberías cambiar para que Windows funcione mejor. Una pista te la
dará, por ejemplo, si el Monitor te indica que el consumo de CPU o memoria es
muy elevado.
7. Desinstala
programas prescindibles
Si has probado las
opciones anteriores y sigues con problemas para hacer Windows 10 más rápido,
será mejor que te vayas despidiendo de ciertos programas que no sean
imprescindibles para tu trabajo o tareas diarias. Hay determinado tipo de
aplicaciones que instalan muchos complementos y que afectan notablemente el
rendimiento de Windows, en especial herramientas de edición y retoque de
fotografía y vídeo, que de por sí exigen un hardware potente.
Lo mismo ocurre con
los juegos de última generación. Por norma general, ocurre lo mismo que con las
suites de edición: instalan muchos complementos y monopolizan el consumo de
recursos de Windows.
8. Limpia Windows de
malware y adware
Es posible que el
rendimiento de Windows 10 se vea afectado por complementos o programas
instalados sin tu consentimiento mientras navegas por la web. Hablamos de
malware o adware, que añaden publicidad y que permanecen ocultos a simple vista
consumiendo recursos sin que te des cuenta.
Herramientas como
Malwarebytes Anti-Malware o Comodo Cleaning Essentials te echarán una mano
buscando este tipo de software.
9. Aumenta la Memoria
Virtual
Este ajuste sirve
para prácticamente cualquier versión de Windows, y está pensado para
ordenadores con poca memoria RAM y espacio libre en el disco.
Para ajustar la
Memoria Virtual de Windows 10 tendrás que ir a Panel de Control > Sistema
> Configuración Avanzada del Sistema. En la pestaña Opciones Avanzadas,
Rendimiento, pulsa en Configuración y luego en Opciones Avanzadas, busca
Memoria Virtual y haz clic en Cambiar.
El siguiente paso es
desmarcar la opción Administrar automáticamente el tamaño del archivo, activar
Tamaño personalizado. Lo recomendable es configurar en Tamaño inicial 1,5 veces
la cantidad de RAM que tienes en MB y en Tamaño máximo 3 veces la RAM.
10. Instala un disco
SSD
Lograr un Windows 10
más rápido es muy fácil cambiando el hardware. Eso está claro pero no siempre
está al alcance de nuestro bolsillo. Sin embargo, si has probado todos los
ajustes que hemos visto antes y aún así no logras mejorar el rendimiento de
Windows, no te queda otra que acudir al hardware.
En caso de no poder
cambiar de ordenador y si sólo tienes presupuesto para un único componente, mi
elección está clara: cambiar el disco duro de toda la vida por un disco SSD.
Notarás un cambio sustancial de rendimiento tanto en el arranque como en el
rendimiento. No es necesario que el disco SSD sea de muchos GB, puedes mantener
el disco duro anterior a modo de almacenamiento para tus archivos y documentos
y limitar el nuevo SSD para Windows 10.
Fuente: blogthinkbig.com
Por José María López
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